domingo, 31 de julio de 2011

En busca de la especie 'Ñ'


Atapuerca se prepara para perseguir el cráneo de un nuevo 'Homo' a partir de 2012

MANUEL ANSEDE MADRID 30/07/2011 11:03 Actualizado: 30/07/2011 11:34
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Mandíbula hallada en 2007. JORDI MESTRE

Mandíbula hallada en 2007. JORDI MESTRE






Hace 1,2 millones de años, un grupo de humanos descuartizó el cuerpo de una abuela de unos 40 años, celebró un banquete caníbal y tiró los despojos a un pozo de casi 20 metros. Durante cientos de miles de años, los pedazos descansaron bajo una capa de tierra y restos de fauna de la zona como hipopótamos, rinocerontes, linces y osos. Sobre aquel agujero, enclavado en un pasillo que hoy enchufa la cuenca del Ebro con la del Duero, a 15 kilómetros de Burgos, pulularon Homo antecessor, Homo heidelbergensis y neandertales.
Los fósiles de aquella presunta abuela permanecieron enterrados hasta que, a finales del siglo XIX, unos 1.500 Homo sapiens llegaron y abrieron una herida en la Sierra de Atapuerca para construir una línea de ferrocarril para llevar carbón a los altos hornos de Vizcaya. Finalmente, en 2007, el equipo de investigación de Atapuerca extrajo la mandíbula de aquella abuela, el primer hominino conocido de Europa.
Es un hueso minúsculo, de unos siete centímetros, y con apenas cuatro dientes todavía engarzados, pero los codirectores de Atapuerca ven en él "una identidad europea". Lo que arrojaron a aquel agujero, sostienen, no se parece a ninguna de las especies humanas conocidas, como pensaron en principio, clasificándolo como Homo antecessor. Y mientras buscan más restos para confirmar su hipótesis ya la han bautizado: la especie Ñ.
"Todo lo que tenemos es un fragmento de mandíbula y no sabemos qué demonios es", admite uno de los codirectores de las excavaciones, José María Bermúdez de Castro. Aun sin nombre, los investigadores creen que aquella abuela tuvo un papel protagonista en la evolución humana. La campaña de excavaciones de este año concluyó el 22 de julio sin grandes novedades, pero otros estudios confirman la importancia de la especie Ñ.

Un mentón primitivo

Científicos de las universidades de Granada y Málaga han confirmado que la primera especie que salió de África fue el Homo habilis y no el Homo erectus, como se dio por hecho durante décadas. La confirmación respalda las tesis de los investigadores de Atapuerca. El Homo habilis habría abandonado África hace unos dos millones de años, dando lugar por el camino, en Asia, al Homo georgicus, que vivió hace 1,85 millones de años en lo que hoy es Georgia. "El georgicus podría haber dado lugar a la especie Ñ y esta, a su vez, a los antecessor", explica Juan Manuel Jiménez Arenas, de la Universidad de Granada, que ha estudiado la variabilidad en la forma del cráneo de los representantes del género Homo.
La lectura de la mandíbula hallada en Atapuerca, en la Sima del Elefante, también apunta a Europa. El mentón de aquella abuela de la especie Ñ es muy primitivo, parecido al de los Homo habilis africanos, pero la cara interna es "muy moderna", según los investigadores, ya que carece de la protuberancia ósea típica de las mandíbulas de esta antigüedad. La especie Ñ, sea lo que sea, no procede de un éxodo de homínidos fuera de África, sino que surgió de manera independiente en Eurasia y pudo desembocar en los antecessor y estos, a su vez, "tienen entidad para estar relacionados con ancestros de neandertales", según Bermúdez de Castro.
La especie Ñ cosería las piezas del puzzle evolutivo esparcidas por África, Asia y Europa. El codirector de Atapuerca explicará los últimos avances de sus investigaciones el próximo 23 de septiembre en Leipzig (Alemania), en el primer congreso de la recién nacida Sociedad Europea para el Estudio de la Evolución Humana.

Un cerebro pequeño

Bermúdez de Castro sostiene que allí no se dará un veredicto sobre la especie Ñ. "Sabemos poquísimo, necesitamos más restos", afirma. Aquellos humanos habrían vivido sin dominar el fuego, con una longevidad máxima de unos 50 años, similar a la de los chimpancés, y habrían sido cazadores y recolectores, además de caníbales. Aparte de la mandíbula, los investigadores han hallado en la Sima del Elefante un fragmento de húmero y una falange que pudieron pertenecer al mismo individuo.
En el húmero, un hueso del brazo, los científicos han observado marcas de corte que achacan, sin dudarlo, a prácticas caníbales. Bermúdez de Castro también cree que la especie Ñ era "una población demográficamente poco importante" y que sus individuos tendrían una capacidad craneal de "no más de 900 centímetros cúbicos", lo que indica un cerebro pequeño, comparado con los 1.500 centímetros cúbicos actuales.
Pero son todo especulaciones. Este verano, en una campaña de excavaciones calificada como "de transición", los investigadores no han hallado más restos de la especie Ñ. Pero tienen que estar allí, en el fondo del pozo. "En tres o cuatro años tendremos el nivel excavado completamente", calcula Bermúdez de Castro. Sin embargo, no hay garantías de que el cráneo de la abuela aparezca, lo que permitiría confirmar si se trata de una nueva especie. De entrada, el grupo que devoró su cadáver pudo tirar el cráneo en otra parte. Y, además, el pozo donde se ha encontrado la mandíbula es un agujero de 20 metros de profundidad, con una boca de cinco metros de diámetro. Pero esta chimenea se abría bajo la tierra, formando cavidades de decenas de metros que no se están excavando.
El cráneo pudo caer y rodar hacia la cueva, por ejemplo. "Si fue así, no lo encontraremos en cien años", zanja Eudald Carbonell, director del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social y codirector de los yacimientos de Atapuerca. En las últimas semanas, el trabajo se ha centrado en construir una pasarela sobre la Sima del Elefante para tener todo listo para poder buscar el cráneo en 2012. "Cuando aparezca podremos hacer la atribución a una especie o a otra", afirma Carbonell.

Un banquete con niños

Su colega Bermúdez de Castro plantea tres posibilidades: "O es un Homo antecessor o un Homo georgicus o una especie nueva". Los restos hallados en el yacimiento georgiano de Dmanisi tienen una antigüedad de 1,85 millones de años. La diferencia de edad con la abuela de Atapuerca es de unos 600.000 años. "Parece demasiado como para que estemos hablando de la misma especie", sospecha el paleoantropólogo. Los Homo antecessor hallados en la Gran Dolina, a pocos metros de la Sima del Elefante, vivieron hace 800.000 años. Allí un grupo de antecessor atacó el campamento de otro grupo y devoró a al menos diez individuos, casi todos niños. La abuela de la mandíbula pudo ser una versión primitiva de estos antecessor adictos a los banquetes caníbales, pero la hipótesis predominante entre los codirectores de Atapuerca es que se trata de una especie desconocida para la ciencia.
Bermúdez de Castro es el padre del nombre antecessor, pero, de momento, se niega a fantasear con la denominación de la presunta nueva especie. "Ahora no podemos tirarnos a la piscina", resume. El mote actual, especie Ñ, es un invento de los investigadores para el lanzamiento del primer número del nuevo Periódico de Atapuerca, "la mejor publicación periódica estable sobre la evolución humana", según el tercer codirector de las excavaciones, Juan Luis Arsuaga.

"Quizá se extinguió"

Pero no todos los investigadores están tan satisfechos con los fósiles de Atapuerca. El descubridor del Australopithecus sediba, el paleoantropólogo surafricano Lee Berger, acaba de elaborar un árbol genealógico de la especie humana para la revista National Geographic y el Homo antecessor ni siquiera aparece. No tiene ningún papel en la evolución. Y mucho menos la especie Ñ. "No se puede negar la existencia de 150 restos fósiles de Homo antecessor. Lee Berger nunca ha pisado Atapuerca", se defiende Bermúdez de Castro.
¿Y qué pasó con la especie Ñ? Para el codirector de Atapuerca, hay tres finales posibles: "Pudo dar lugar al Homo antecessor de la Gran Dolina o mezclarse con otros homínidos de Asia. O, quizá, la población se extinguió. Simplemente, desapareció".

FUENTE: PÚBLICO

jueves, 28 de julio de 2011

La superioridad numérica del Homo sapiens acabó con los neandertales

Investigadores de Cambridge resuelven uno de los debates más largos y controvertidos sobre la enigmática extinción de las poblaciones neandertales en Europa

Ciencia | 28/07/2011 - 18:26h


 Investigadores de la Universidad de Cambridge han realizado un hallazgo que da respuestas a la desaparición repentina de los neandertales europeos después de 300.000 años de dominación. Los investigadores han descubierto que los humanos procedentes de África invadieron la región, llegando a superar en más de diez veces la población neandertal.
El estudio se ha publicado en la revista Science por dos investigadores del Departamento de Arqueología en Cambridge, el profesor Sir Paul Mellars, profesor emérito de prehistoria y evolución humana, y la estudiante de doctorado Jennifer French.
Las razones de la desaparición de las poblaciones europeas de Neandertal en todo el continente hace unos 40.000 años ha supuesto durante mucho tiempo uno de los grandes misterios de la evolución humana. Después de 300.000 años de vida, en los fríos entornos sub-glaciales de Europa central y occidental, los neandertales fueron reemplazados rápidamente en todas las áreas del continente por las nuevas poblaciones de Homo sapiens (anatómica y genéticamente modernas) que se habían originado y evolucionado en ambientes tropicales de África.
Mediante la realización de un análisis estadístico detallado de las evidencias arqueológicas de la región de Périgord, en el suroeste de Francia -región que contiene la mayor concentración de neandertales y asentamientos de los humanos modernos en Europa- se han encontrado pruebas claras de que las primeras poblaciones humanas modernas penetraron en la región en un número al menos diez veces más grande que el de las poblaciones locales de Neandertal ya establecidos en las mismas regiones.
Esto se refleja en un fuerte aumento en el número total de sitios ocupados, densidades mucho más altas de los residuos de la ocupación (es decir, herramientas de piedra y restos alimenticios de origen animal) que revelan mayores grupos de individuos y, al parecer, mejor integrados socialmente.
Al encontrarse con esta entrada espectacular de la población humana moderna, la capacidad de los grupos de neandertales locales de competir por los asentamientos, suministro de alimentos de origen animal (principalmente renos, caballos, bisontes y ciervos) y recursos de supervivencia para afrontar los inviernos glaciales fue socavada masivamente. Además, casi inevitablemente, tuvieron lugar repetidos conflictos entre las dos poblaciones por la ocupación de los lugares más atractivos y más ricos en alimentos; el grupo humano mayor en número y mejor coordinado tenía garantizado el éxito frente a los grupos de neandertales.
La evidencia arqueológica también sugiere que los recién llegados poseían tecnologías superiores de caza y herramientas (por ejemplo lanzas de caza más eficaces y de largo alcance) y eran más eficientes en los procedimientos de proceso y almacenado de alimentos durante el invierno. También parecen haber tenido más amplios contactos sociales con grupos humanos adyacentes, lo cual favorecía el comercio y el intercambio de suministros esenciales en tiempos de escasez de alimentos.
Sigue existiendo un intenso debate sobre si los grupos de humanos modernos también disponían de un cerebro más desarrollado. Sin embargo, la repentina aparición de una amplia gama de formas de arte complejo y sofisticado (incluyendo pinturas rupestres), la producción a gran escala de artículos de decoración (como la piedra perforada, las cuentas de marfil y las conchas de mar) y los sistemas "simbólicos" de las marcas en huesos y herramientas de marfil -todo ello completamente ausente entre los neandertales- apuntan claramente a sistemas más elaborados de comunicación social entre los grupos modernos, probablemente acompañados de formas más avanzadas y complejas del lenguaje. Todos estos nuevos patrones de comportamiento más complejos se desarrollaron durante las primeras poblaciones africanas de Homo sapiens, al menos 20.000 o 30.000 años antes de su dispersión desde África y la colonización progresiva por Europa y Asia.
Si, como las evidencias genéticas sugiere, el Homo sapiens africano y las poblaciones europeas de neandertales evolucionaron por separado durante al menos medio millón de años, entonces la aparición de algunos contrastes significativos en las capacidades mentales de los dos linajes no sería sorprendente, en términos evolutivos. Según el profesor Mellars, "esta gama de innovaciones tecnológicas y de comportamiento permitió que las poblaciones humanas modernas invadieran a otras poblaciones. Los neandertales retrocedieron inicialmente a regiones más marginales y menos atractivas del continente y finalmente, en unos miles de años, se extinguieron".
A pesar de los contrastes culturales, conductuales e intelectuales entre los neandertales y las poblaciones humanas modernas, este nuevo estudio demuestra por primera vez la supremacía numérica de las primeras poblaciones de humanos modernos en Europa occidental y, por lo tanto, en gran parte se resuelve uno de los debates más largos y controvertidos sobre la enigmática extinción de las poblaciones neandertales.

FUENTE: LA VANGUARDIA

miércoles, 27 de julio de 2011

Hallan un fémur de un adulto en la Sima de los Huesos


Fémur de un homínido de hace 500.000 años hallado en Atapuerca.|Atapuerca-EIAFémur de un homínido de hace 500.000 años hallado en Atapuerca.|Atapuerca-EIA
La campaña de excavaciones en la Sima de los Huesos, de la sierra de Atapuerca (Burgos) ha deparado una sorpresa inesperada. Cuando el equipo de paleontólogos, dirigidos por Juan Luis Arsuaga, buscaba restos de osos prehistóricos se toparon con un fémur humano, la mitad superior de la diáfisis (la caña) que perteneció a un humano de hace medio millón de años.
El hallazgo es importante porque ayudará a conocer mejor la estatura y el peso de los 'Homo heidelbergensis': "Ya hemos encontrado fémures de individuos infantiles y juveniles de esta especie, pero no teníamos ningún fémur de un adulto casi completo y es probable que podamos reconstruirle entero con restos encontrados en años anteriores ", afirma Arsuaga. En el mismo nivel encontraron también un diente y dos fragmentos de costilla humanos.
Arsuaga reconoce a ELMUNDO.es que este año no pensaban encontrar fósiles de homínidos porque la excavación se centró en una zona en la que hay un depósito de huesos de osos -se estima que unos 300- que cayeron por la Sima después de los humanos. De hecho, también han sacado un gran número de restos de estos animales, incluida una cabeza entera, así como de un léón.
Durante los últimos 30 años, los trabajos de su equipo se han centrado, precisamente, en separar las zonas con fósiles de osos de los de los humanos, que ahora resulta que también están donde no se los busca. "Ha sido una gran alegría encontrar este fémur porque iba a ser la primera campaña en casi 30 años sin fósiles humanos, así que éste sigue siendo uno de los yacimientos más importantes del mundo", asegura el investigador.
En las últimas décadas, en la Sima de los Huesos, que forma parte del complejo paleontológico de Atapuerca, se han encontrado más de 5.000 fósiles, que pertenecen a un grupo de unos 30 individuos de 'H heidelbergensis', antepasados de los neandertales. Suponen más del 90% de los fósiles humanos recuperados para el Pleistoceno Medio de todo el mundo. "Este fémur encontrado en cualquier otra parte del mundo sería algo único", asegura Arsuaga.

FUENTE: EL MUNDO

sábado, 16 de julio de 2011

Los humanos modernos no africanos comparten entre 1 y 4% de los genes con los neandertales

Así lo confirma un equipo internacional de científicos con participación española que presenta en el último número de Science el primer borrador del genoma neandertal. El estudio, que comparó el genoma de neandertal con el de cinco seres humanos de la época actual, demuestra que los humanos primitivos se mezclaron con Neandertales en el Oriente Próximo, tras salir de África y antes de extenderse hacia Eurasia.
Varios cráneos de neandertales y, al fondo, un cráneo de Homo sapiens. Foto: CSIC.
Los neandertales son unos de los parientes evolutivos más cercanos de los seres humanos modernos. Surgieron hace cerca de 400.000 años, se extendieron a lo largo de Europa y Asia Occidental, y se extinguieron hace aproximadamente 30.000 años.
El primer borrador del genoma neandertal, que publica hoy la revista Science, demuestra que durante esas migraciones los antepasados de los seres humanos modernos se hibridaron a su salida de África con los neandertales hace menos de 100.000 años. El resultado es que el humano moderno no africano (las poblaciones africanas no se mezclaron con neandertales) comparte entre 1 y 4% de los genes con los neandertales.
“Prácticamente todo nuestro ADN es muy similar a los neandertales ya que estamos evolutivamente muy próximos. Lo que los no africanos compartimos especialmente con ellos son variantes en rasgos no fundamentales de nuestra biología”, señala a SINC Antonio Rosas, uno de los autores del estudio y paleobiólogo en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC).
Mandíbulas de neandertal encontradas en la cueva asturiana de El Sidrón.
Mandíbulas de neandertal encontradas en la cueva asturiana de El Sidrón.
Según los investigadores, liderados por el Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), el porcentaje "relativamente bajo" de ADN de neandertal en el genoma del humano moderno podría sugerir que el entrecruzamiento fue “bastante limitado”.
“Hubo flujo génico entre neandertales y el tronco común de todas las poblaciones no africanas hace unos 80.000, cuando estas salían de África. La información genética neandertal incorporada a la descendencia de esa población humana, aunque escasa, pronto se dispersó dado un inferido elevado crecimiento demográfico. Se dice que el ADN neandertal pudo “surfear” en el ADN moderno”, apunta a SINC Rosas.
La exclusividad genómica del hombre moderno
Los investigadores compararon el genoma del neandertal con los genomas de cinco humanos de la época moderna procedentes de diferentes lugares del mundo: un sudafricano del grupo San, un africano del grupo Yoruba, un chino Han, un francés, y un nativo de Papúa-Nueva Guinea.
Los resultados revelan una variedad de genes que son únicos en los humanos actuales, incluso un “puñado” de genes que se propagaron rápidamente entre el Homo sapiens después de que humanos y neandertales se separaran de un ancestro común.
Interior de la cueva del yacimiento croata de Vindija.
Interior de la cueva del yacimiento croata de Vindija.
Los hallazgos también ofrecen una lista preliminar de regiones genómicas y genes claves para la identidad humana. “Por primera vez podemos identificar ahora características genéticas que nos diferencian del resto de los organismos, incluyendo nuestros parientes evolutivos más cercanos”, señala Svante Pääbo, autor principal e investigador en el Instituto Max-Planck.
Según el paleobiólogo español, la investigación ha permitido identificar 83 genes específicos de Homo sapiens. “Estos están relacionados con funciones cognitivas, con la anatomía y fisiología de la piel, y con el desarrollo esquelético del cráneo”, declara Rosas quien añade: “Con el avance de la investigación se identificarán otros genes, y también genes específicos de neandertales”.
Por ahora, los genes identificados corresponden a aspectos fisiológicos, metabólicos, morfológicos y cognitivos -éstos últimos implicados en el síndrome de Down, la esquizofrenia y el autismo- que presentan diferencias entre los sapiens y los neandertales. No obstante, aún se desconocen las funciones concretas que se relacionarían con los cambios genéticos.
Genes con diferentes funciones
Entre los genes con funciones dispares destaca el gen SPAG17, que desempeña un papel importante en el movimiento del esperma; el TTF1, que es una factor de transcripción que activa otros genes; el gen DCHS‐1, que codifica para una proteína que interviene en la adhesión entre células y que está implicada en la cicatrización de heridas; el gen RPTN que interviene en las glándulas sudoríparas, la raíz de los cabellos y las papilas de la lengua; y el gen SOLH, que codifica para una proteína de la cual todavía se desconoce su función.
Otros genes que han podido experimentar cambios evolutivos en uno u otro linaje son el gen TRPM1, que codifica para una proteína implicada en la pigmentación; el gen AUTS2, que codifica para una proteína que se expresa en el cerebro durante el desarrollo neuronal e implicada en casos de autismo; el ACCN1 y el CADP2, también implicados en el autismo; el NRG3, implicado en la esquizofrenia; el gen THADA, que se ha asociado a diabetes de tipo II en algunos estudios, y el gen RUNX2, que interviene en la osificación esquelética y que está implicado en un trastorno conocido como displasia cleidocraneal.
Asturias es una de las claves
Los científicos obtuvieron el borrador genómico a partir de tres muestras procedentes del yacimiento croata de Vindija, correspondientes a tres individuos femeninos diferentes. El borrador se completó con la secuenciación parcial de otros tres neandertales de Mezmaiskaya (Rusia), de Feldhofer (Alemania), y de la cueva de El Sidrón (Asturias).
La aportación científica del yacimiento asturiano viene de Javier Fortea, director del Área de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, fallecido en octubre de 2009, y al que “debemos mucho”, proclama Rosas.
“Siempre fue un hombre al que no le asustaban los retos. Fue capaz de acometer con todo el rigor la excavación científica de El Sidrón y supo acomodar su amplio saber sobre la Prehistoria a las nuevas técnicas y conceptos. Con su generosidad y entrega supo sabiamente dirigir aspectos claves de la investigación que ahora se publica”, atestigua el investigador del MNCN-CSIC.
Para analizar los restos de la cueva de El Sidrón, los científicos españoles usaron nuevas tecnologías de ultrasecuenciación masiva que permiten estudiar millones de secuencias de ADN a partir de huesos antiguos. Del individuo masculino analizado en este yacimiento se generaron 2,2 millones de nucleótidos.
De la muestra de El Sidrón, cuya excavación dirige ahora el arqueólogo de la Universidad de Oviedo, Marco de la Rasilla, también se han genotipado todas aquellas posiciones de genes en las que difieren los humanos modernos y los chimpacés.
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Referencias bibliográficas:
Green, R.E. et al. “A draft sequence and preliminary analysis of the Neandertal genome”. Science vol 328, 7 de mayo de 2010.
Burbano, H.A. et al. “Targeted Investigation of the Neandertal Genome by Array-Based Sequence Capture”. Science vol 328, 7 de mayo de 2010.

FUENTE: SINC


lunes, 4 de julio de 2011

El estudio de la dieta de Homo habilis indica que era más simio que humano

Cráneos en vista lateral de H. habilis (izquierda) y H. erectus (derecha).
W. Kimbel/C. Lockwood.
J. C. Díez Fernández-Lomana
El frondoso y complicado árbol de la evolución humana vuelve a ser sacudido por nuevos estudios. Ahora resulta que Homo habilis, al que la mayor parte de los antropólogos consideraban nuestro primer antepasado humano, debiera meterse en el cajón de los Australopithecus, unos prehumanos que desaparecieron hace más de un millón de años, unos primos muy similares a los actuales chimpancés.
Un equipo de científicos norteamericanos, encabezados por Peter Ungar, ha publicado en el Journal of Human Evolution el resultado de sus análisis de los dientes de la especie H. habilis recuperados en la Garganta de Olduvai (Tanzania) entre 1995 y 2007 y datados en torno a 1,8 millones de años, llegando a la conclusión de que la dieta de este pequeño homínido era poco variada y circunscrita a espacios reducidos. Muy alejada de la dieta que caracteriza a homínidos como el H. erectus o el georgicus, que tienen una dieta muy versátil y que obtenían el alimento de diferentes lugares y ambientes. Ungar utiliza unos microscopios confocales que le permiten observar las señales que quedan en el esmalte dentario. Dichas trazas se producen en función del tipo de alimento que se consume. Las señales dentarias en los Homo habilis de Olduvai, como en las de otros prehomínidos (Australopithecus y Paranthropus) son muy suaves y monótonas, propias de una dieta blanda, de frutos y hojas tiernas. Las señales vistas en H. erectus son muy variadas, como es esperable si se alimenta en distintos ecosistemas, y con arañazos y depresiones propias de la mezcla de alimentos, como frutos, semillas, carne, vegetales, etc. En resumen, erectus es un homínido flexible en sus hábitos alimentarios, que come de todo en todas partes, como se espera de un humano.
Homo habilis suma de esta forma una nueva derrota en nuestro árbol de familia. Desde que fuera descubierto en 1959 por Louis y Mary Leakey su estatus ha ido decayendo. Se le incluyó en nuestro género debido a que tenía un cerebro grande, era bípedo, estaba rodeado de las más antiguas herramientas de piedra y había huesos de animales cazados a su alrededor. Era el mejor candidato que teníamos en ese momento. Pues bien: ahora sabemos que el tamaño cerebral no es un gran indicador de inteligencia; conocemos a otros homínidos más antiguos que tallaron cuchillos; se ha demostrado que habilis trepaba mucho a los árboles, se movía como un australopithecus y tenía similar ritmo rápido de maduración que esos primeros homínidos.
En resumen, todo parece complicarse. ¿O no? Para David Lordkipanidze, del Museo Nacional de Georgia y descubridor del sitio de Dmanisi, de hace 1,8 millones de años, todo es ahora más fácil. Para Lordkipanidze, Asia sería la cuna del género humano, con georgicus en la base de una genealogía que dará lugar a Homo erectus. 

FUENTE: Diario de Burgos